lunes, 19 de octubre de 2020

Quince años y un secreto -Capítulo 10

 




Nuestra celebración, sin embargo fue empañada por una nada agradable sorpresa. Estábamos en un pub cerca del puerto, un pub tranquilo en el que a aquellas horas nocturnas de un sábado cualquiera apenas había unas cuantas parejas que buscaban un lugar reposado para sus conversaciones. Nos encontrábamos acomodados ante la barra, tomándonos unas copas de cava, cuando de pronto vi entrar a Cristina con una muchacha. Su rostro presentaba signos bastante significativos de haber estado llorando. La piel roja, los ojos brillantes e hinchados, el semblante opaco.

-Vaya – dije – tenemos visita. A lo mejor deberíamos marcharnos.

Miguel volvió su mirada hacia la puerta .

-Pues tal vez sí, mejor será que nos vayamos.

Pero ya era tarde. Cristina nos había visto y se dirigía hacia nosotros con cara de pocos amigos.

-¡Vaya, mira quién está aquí! La encantadora parejita: la Lolita y el pederasta.

-Cristina, por favor...

-Ni por favor ni leches. Tengo algo que decirle a esta niñita y me va a oír, sí o sí.

Estaba muy alterada y arrastraba las palabras como si hubiera bebido una copa de más. Pero a mí me daba lo mismo. No quería armar jaleo, desde luego no era mi estilo, aunque no iba a dejar de defenderme. Miguel intentó pararle los pies sin conseguirlo, ella no cesaba de repetir una y otra vez que tenía cosas que decirme. Yo me mantenía callada y al margen, hasta que decidí intervenir para poner fin a aquella situación absurda.

-Déjala, Miguel; déjala que hable. Venga – me dirigí a ella – si tanto tienes que decirme empieza y termina de una vez.

Me miró con desprecio y en su cara se dibujó una sonrisa que estaba muy lejos de sentir. Se acercó un poco más a mí en actitud chulesca y escupió sus palabras.

-Eres una pequeña zorra. Lo supe desde el principio. Supe que estabas celosa y que no pararías hasta quitarme a mi novio. De momento lo has conseguido pero esto no va a terminar así...

Pareció que su verborrea barata había llegado a su fin.

-¿Has terminado ya? - le pregunté - ¿Era eso todo lo que tenías que decirme? Pero si ya lo sabía. No era necesario que me lo dijeras tú. Tienes razón en todo. En mis celos, en lo de que te lo quise quitar, y en que soy una zorra también, soy una puta de un solo hombre al que no le cobro por mis servicios ¿Adivinas quién es?

Levantó la mano dispuesta a propinarme una bofetada pero Miguel la detuvo agarrándole el brazo antes de que su mano alcanzara mi rostro.

-No, Cristina, por ahí no paso. Vámonos, Irene, aquí estamos empezando a dar la nota y no me gustan estas situaciones.

Me cogió de la mano y me sacó del pub casi a rastras. Mientras Cristina, completamente fuera de sí, gritaba y nos despedía con toda clase de improperios.

-Está completamente loca – dijo con semblante preocupado cuando nos hubimos alejado lo suficiente – Tengo miedo de lo que pueda llegar a hacer.

-Nada, no hará nada. Sólo es una mujer despechada. Acabará entrando en razón. Además, olvídala, ahora ya estamos juntos y lo estaremos para siempre ¿verdad?

Habíamos llegado de nuevo al paseo marítimo. Nos sentamos en el mismo banco en el que habíamos estado apenas una hora antes.

-Siempre, Irene, estaremos juntos siempre. Y aunque ahora tengamos que pasar por alguna dificultad, la superaremos seguro. Y al final mi padre y tu madre acabarán entendiendo.

-Tendrán que hacerlo.

-Ahora ¿sabes lo que me gustaría hacer?

-¿El amor conmigo?

Miguel rio, me abrazó y me dio un beso que hizo vibrar todos y cada uno de los poros de mi piel.

-Eso por descontado – dijo por fin – pero en estos momentos me refería a otra cosa. Me gustaría hace un viaje contigo, los dos solos, lejos... a Londres, a París, Nueva York...

-O a Venecia – repuse con entusiasmo - ¿te imaginas? De paseo en las góndolas por los canales, a la luz de la luna... jo, estaría genial. Lástima que no pueda ser.. por lo menos de momento.

-Pues yo lo necesito, necesito escaparme de todo esto, relajarme y olvidarme de los problemas.

-Pero no te irás sin mi ¿verdad? - pregunté preocupada.

Me abrazó y me dio un beso en la frente.

-Claro que no, princesa. Me iría contigo si pudiera, pero solo no, te echaría demasiado de menos.

Algún día nos iremos tú y yo lejos, lejos de todo y de todos. Y esto que estamos viviendo nos parecerá una anécdota para contar a los nietos.

Permanecimos en silencio durante largo rato, mirando las olas que rompían suavemente en la arena, escuchando el murmullo de la espuma que quebraba la quietud del lugar y de aquella noche estrellada y cálida. Yo pensaba sólo en cumplir años de una vez, en hacerme mayor e independiente, en poder querer a mi chico sin limitaciones absurdas. De repente me invadió la melancolía, y como no quería ponerme a llorar como una tonta, me levanté del banco y tiré de Miguel.

-Venga, vámonos a casa, que se está haciendo tarde.

*

Ya en casa y en la cama me puse a pensar en la idea del viaje. Nada me apetecía más que poder disfrutar de unos días lejos, al lado de mi amado, pero ausentarnos de casa los dos sin levantar sospechas se presentaba como un difícil reto. De pronto una lucecita se me encendió en la cabeza. Tenía la solución perfecta para ello. Me levanté de la cama a tientas y a tientas fui hasta la habitación de Miguel, dispuesta a ponerle al corriente de mi fabulosa idea.

-Miguel ¿duermes? - pregunté muy bajito entreabriendo la puerta.

-No – respondió – anda pasa, échate aquí a mi lado, a ver si acurrucado entre tus brazos me entra el sueño, aunque lo dudo, más bien me entrarán ganas de otras cosas.

Me acerqué a su cama y me metí con él entre sus sábanas. Nos abrazamos.

-Oye ¿decías en serio lo de viaje juntos? - le pregunté.

-Completamente.

-Pues creo que tengo la solución- me senté en la cama antes de comenzar a relatarle mi fabulosa idea. - Verás, Violeta se marcha la próxima semana a Barcelona, a pasar una temporada con los abuelos, pues sus padres se van de viaje a México. Me ha invitado a ir con ella. Puedo fingir que me voy con ella.... y en realidad irme contigo.

Me miró desde su posición allí abajo, entre las sábanas y durante unos segundos no dijo nada, parecía estar reflexionando mi propuesta.

-¿Y bien? - lo apremié.

-Es muy arriesgado – dijo finalmente. Aunque yo sabía que había despertado su interés.

-No tiene por qué.

-¿Y si tu madre te llama por teléfono?

-Eso tiene fácil solución, le digo que los abuelos de Violeta no tienen teléfono en casa y que la llamo yo todos los días.

Miguel pensaba de nuevo. Yo continué con mi propuesta.

-Podría levantar sospechas que nos fuésemos los dos juntos, pero no tiene ni por qué ser así. Yo me voy la semana que viene y digo que estaré quince días con mi amiga, pero en realidad pasaré sólo una semana. En ese momento pasarás tú a buscarme y nos iremos juntos.

-¿Y a Violeta qué le dirás?

-La verdad, Miguel. Violeta sabe desde hace tiempo que tú eres el amor de mi vida.

Volví a meterme entre las sábanas, me abracé fuerte a su cuerpo y le bese levemente en los labios.

-¿Qué dices?

-Vale. Creo que merece la pena arriesgarse. Mañana lo planeamos bien, princesa. ¿A dónde te gustaría ir?

-A Venecia. Me gustaría ir a Venecia y hacer el amor contigo escuchando el chapoteo del agua en los canales. Pero ahora me voy a mi cama, porque si me quedo aquí terminaré haciéndolo ahora, y eso sí que es muy arriesgado.- le bese mil veces en la mejilla – Hasta mañana mi vida. Te quiero.

Me fui a mi cama y dormí toda la noche como un lirón. Al día siguiente era domingo, así que fue el lunes cuando pusimos en marcha nuestro plan. Yo se lo conté a Violeta y se mostró dispuesta a ayudarme, por supuesto. El sábado nos iríamos con sus padres en coche hasta Barcelona, luego ellos tomarían el avión hacia Acapulco y nosotras quedaríamos con los abuelos. El viernes siguiente Miguel iría en coche hasta Barcelona y desde allí tomaríamos un avión rumbo a Venecia. En la agencia de viajes le habían confirmado las reservas, tanto del avión como del hotel, para los días señalados sin problema. Tampoco en casa nadie mostró inconveniente alguno cuando contamos los planes ficticios a nuestros padres. Yo me iría quince días a Barcelona con Violeta y Miguel viajaría a Roma con un grupo de compañeros del hospital. La diversión estaba servida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario