domingo, 19 de abril de 2015

ME VOLVÍ INVISIBLE




Fue bonito mientras duró, aunque en realidad haya terminado antes de empezar. Es un contransentido, lo sé, pero nadie me negará que a veces en la vida ocurren cosas absurdas inexplicables y esta fue una de ellas. Y no sólo porque lo ocurrido nunca llegara a comenzar, sino porque tuvo la extraña consecuencia de volverme invisible,.....bueno....no estoy segura
Al principio fue hermoso. Volver a sentir la ilusión de la juventud, esas mariposas revoloteando por el estómago de las que todos los enamorados hablan.....y es que apareció en el momento oportuno, cuando la rutina y la desidia se habían instalado en mi vida y todo comenzaba a darme igual. Un día me dijo que le gustaba, que me deseaba y yo, que hasta entonces lo había considerado un amigo más, comencé a verlo con otros ojos. Me metí de lleno en su juego, no sé si queriendo o sin querer, creo que simplemente me dejé llevar. Sus palabras tenían el efecto mágico de acariciarme por dentro y por fuera, de despertar mi imaginación, de vapulear mis sentidos y durante un tiempo me conformé con eso, hasta que llegó el momento en que quise más y se lo hice saber. Me contestó que estaba dispuesto a convertir en hechos nuestros deseos y yo, estúpida de mi, comencé a planear el encuentro. Y en ello estaba cuando desapareció, de repente, sin decirme adiós ni darme explicación alguna. Al principio me preocupó, más tarde me sorprendió y por último mentalmente lo mandé a la mierda una y mil veces. Me sentí como una perfecta imbécil, engañada, utilizada y sobre todo.....sobre todo me sentí invisible.
Me di cuenta de que mi invisibilidad era real el día que me crucé con él y, ablandado mi corazón por su presencia, me acerqué a su lado a rogarle que me quisiera un poco. Me ignoró, ni me miró siquiera, pasó a mi vera sin verme, tan cerca de mi que me atrevería a decir que atravesó mi cuerpo roto por el desencanto. A partir de entonces he dejado de ser real a los ojos de la gente, me he evaporado, como las volutas de humo que salían de su cigarrillo cuando estábamos juntos. Nadie me ve, ni mi madre, ni el portero del edificio, ni mi amiga Maite, ni mi jefe..... nadie. Lo peor es que no sé si soy invisible porque él me ignoró o si me ignoró porque me volví invisible por causa desconocida. En todo caso estoy descubriendo que soy feliz así. Tal vez tenga que darle las gracias por no haber querido amarme.




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