sábado, 11 de marzo de 2017

UN MUCHACHO SINGULAR - NOVELA CORTA (Capítulo VI)




Sus compañeras de oficina, sin embargo, conociendo aquéllas y teniendo la absoluta seguridad de que necesitaba un hombre a su lado que tuviera el poder de hacerle olvidar su horrorosa experiencia con el pendenciero de su marido, le buscaban posibles parejas entre el público que día tras día pasaba por la oficina y aunque nunca encontraban el hombre adecuado, aquella especie de juego en el que se habían sumergido resultaba divertido y hacían menos tediosas las horas que tenían que permanecer allí dentro.

Lo cierto es que a Olga ningún caballero de los que pretendían endilgarle sus compañeras le parecía bueno ni siquiera para retozar en la cama sin otra intención que pasar un rato divertido, y mucho menos, por supuesto, para iniciar una relación seria para la que, de momento, no se sentía preparada, ni siquiera sabía si quería estarlo, dado lo mucho que estaba disfrutando de su recién estrenada soledad.

Aquella mañana, después de prepararse y tomarse un frugal desayuno, Olga Sanjurjo se dirigió a su trabajo como todas las mañanas, sin saber que, por fin, iba a dar con el hombre ideal con el que tanto había soñado.

*

Media hora tuvo que pasar para que Judas consiguiera llegar por fin a la ventanilla sin más contratiempos que las cuatro o cinco personas que se le colaron con tremendo descaro. Cuando por fin le llegó su turno, un funcionario con cara de conejo y voz aflautada le preguntó de malos modos qué era lo que deseaba. Pidió tres partidas de defunción de su progenitora, facilitando los datos pertinentes que el muchacho le iba pidiendo. Finalmente le fueron entregados los documentos solicitados y salió de la oficina leyéndolos distraidamente, percatándose con contrariedad de un error en la inscripción, una equivocación imputable sin duda alguna, al idiota funcionario que le había atendido, que, a juzgar por su aspecto y su poca amabilidad al atenderle, no debía de poseer muchas más inteligencia que la de un mosquito. Y es que su madre se había muerto con sesenta y cinco años, no con treinta y seis, como, en vista de la fecha de nacimiento que se le había consignado, se deducía con claridad de aquel documento estúpido que no le valía para nada.

Con enfado, casi con furia, dio media vuelta y entró de nuevo en el edificio. Lo que le faltaba, después de perder casi toda la mañana en aquel antro, era tener que esperar de nuevo dos horas para corregir aquel gravísimo error. Por suerte esta vez no había casi nadie y apenas tuvo que esperar cinco minutos en la cola. Una mujer de unos sesenta años fue esta vez quien acudió a su encuentro a través del mostrador. Le preguntó qué quería con gesto contrariado, pues estaba leyendo la prensa escrita y le fastidiaba sobremanera tener que atender a aquel imbécil, aunque este pequeño detalle Judas lo desconocía.

-Verá usted – le dijo conteniendo la ira – acabo de solicitar estas partidas de defunción de mi madre y la fecha de nacimiento está mal, ustedes han puesto.....

-Segunda puerta a la izquierda – le dijo la mujer sin dejarle terminar.

Judas, resignado, se dirigió a la segunda puerta a la izquierda, mas cuando la abrió se encontró de nuevo con una cola de gente que esperaba su turno para entrar en otra oficina. Decidido esta vez a que nadie le pasara por delate y puesto que previsiblemente le tocaba esperar un buen rato, preguntó quién era el último y tomó asiento dispuesto a que le llegara de nuevo el turno.

Cerca de una hora tuvo que esperar de esta vez. Cuando por fin le llegó el momento de entrar en el pequeño habitáculo, su ánimo continuaba enfadado y enfurecido por haber perdido toda la mañana en aquellas estúpidas oficinas, más su mal humor se esfumó cuando sus ojos se deleitaron en la más bella mujer que había visto jamás. Por un momento recordó a su adorada Fátima y se llenó de nostalgia por aquel amor perdido que no volvería jamás, y por primera vez, vio en aquella desconocida damisela la posibilidad de ocupar su corazón de nuevo, claro que, había que ser realista, tenía que ser correspondido y conquistarla seguro que no sería fácil.

La mujer que se sentaba al otro lado de la mesa era morena y con los ojos más verdes que hubiera visto nunca. Su pelo, sedoso y brillante, caía en cascada sobre sus hombros. Sus pechos turgentes eran una invitación silenciosa a la lascivia.

-He dicho que el siguiente, por favor, ¿quiere usted hacer el favor de sentarse? No tengo todo el día.

La voz suave pero firme y un tanto malhumorada de la mujer, sacaron a Judas de su ensimismamiento y murmurando una disculpa ininteligible, tomó asiento en el lugar que la funcionaria le indicaba.

-¿Qué desea? - le preguntó.

De nuevo el muchacho la miró y de nuevo pensó que su belleza extrema sólo era comparable a la de los ángeles, eso que él nunca había visto ninguno, pero era lo que se decía. Decididamente tenía que conquistarla, ahora que el único obstáculo que le impedía enamorarse había desaparecido, tenía que intentarlo, como fuera, ya se le ocurriría algo.

-Oiga no tengo toda la mañana. O me dice de una vez lo que quiere o se va, que hay mucha gente esperando – le dijo la mujer con un deje de desesperación en la voz.

-Si, eh yo....bueno, disculpe, es que verá usted, acabo de recoger en la otra oficina unas partidas de defunción de mi madre y me he dado cuenta de que le han consignado mal la fecha de nacimiento, en concreto el año. Mi madre murió en…...

-Hay que abrir un expediente para rectificar el error, tiene que traer una partida de nacimiento de su madre y se lo arreglamos.

-De nacimiento, ya...verá usted es que me corre un poco de prisa ¿sabe? es por un seguro que tengo que cobrar y ….

-¿Dónde nació su madre?

-En Pontevedra.

-Pues entonces no va a tener mucho problema. Acérquese usted al mostrador de la otra oficina y pida una partida de nacimiento de su madre, remitirán la petición a Pontevedra y cuando le llegue viene por aquí de nuevo y abrimos el expediente; cuanto antes venga, antes lo tendrá usted arreglado.

-No lo dudo señorita, pero verá…. Es que necesito cobrar un seguro de vida y tengo que

presentar la documentación….

-Lo siento, me da igual si usted tiene que cobrar un seguro de vida o veinte seguros de vida, pero lo que usted desea lleva un trámite que no se puede saltar bajo ningún concepto y le va a tardar cerca de mes y medio, así que ya sabe, si quiere solucionarlo pronto, traiga lo que le he dicho ya de una vez y déjese de monsergas. Y ahora, por favor, si no quiere más nada, deje pasar al siguiente – le dijo la funcionaria ya totalmente cabreada.

-Si claro, disculpe.

Se levantó Judas y salió de la estancia ciertamente apesadumbrado por el trato recibido por parte del ángel de sus sueños. No parecía muy agradable la mujer, aunque bien pudiera ser que ese carácter agrio que parecía tener fuera fruto del momento, le quedaba mucha gente por atender y era casi la hora de salir. Seguro que la pobre estaría deseando marchar para su casa, donde a lo mejor la esperaba su familia....o no, tal vez viviese sola y eso le produjera amargura. El caso era que iba a volver a verla, y eso era lo que realmente le importaba. Tenía que conseguir su amor, fuera como fuera.

*

Eran justamente las dos y media de la tarde cuando Olga Sanjurjo y sus dos compañeras atendieron al último cliente.

-Vaya mañana – dijo Olga – ¡Menuda marabunta! Otro día así y me da un pasmo.

-Pues sí hija, pero no me digas que no ha merecido la pena, tan sólo por atender al bomboncito que te ha tocado, aunque lo despachaste bien rápido – le dijo Marta.

-¿Bomboncito? Pues no caigo, todos los hombres que he atendido me parecían de lo más normales, es más, apenas me he fijado en ellos. Y no me digáis que vosotras habéis tenido tiempo para pensar en esas bobadas.

-Pero mujer, no hace falta pensar en nada, simplemente es ver lo que tienes delante ¿Cómo es posible que no te hayas fijado en el querubín que te enseñó las partidas de defunción de su madre con un error en no sé qué? ¡Si estaba como un queso! – argumentó Juana.

-¿El que vino con las partidas de defunción de su madre? Pero chicas, si parecía subnormal, no estoy tan desesperada como para consolarme con eso. Por cierto, se me hacía una cara muy conocida, yo lo he visto antes en algún lado, pero no consigo recordar dónde.

-Pues yo creo que de subnormal nada, a mí lo que me parece es que es tímido, fijaros que me atrevería a decir que nunca conoció mujer alguna.

Las tres chicas rieron la ocurrencia de Juana

-Desde luego hija, vaya manera de catar a los hombres, con solo verlo unos minutos, por Dios. Pero a ver Olga, el chico era guapo y tiene que volver ¿no? – dijo Marta.

-Sí, tiene que volver, ¿y qué?

-Pues que tú nos has dicho muchas veces que quieres divertirte, además, que siempre viene bien darle una alegría al cuerpo. No me digas que no puede resultar tremendamente divertido coquetear con un tímido, incluso quitarle la timidez. Yo creo que según cómo te lo plantees te lo puedes pasar muy bien, sería como....un reto. Llevarse a la cama a un tío que está buenísimo, que se pone rojo como la grana cuando le metes la lengua hasta la campanilla, que debe de tener cerca de los cuarenta y todavía es virgen....venga Olga, ¿por qué no te animas? Después nos cuentas. Además yo creo que lo dejaste embobado, si vieras de qué manera te miraba, con aquellos ojitos de corderillo degollado...

Olga miró a su compañera y sonrió.

-Definitivamente estáis como cabras. No sé yo si me apetece complicarme la vida con estas historias. Cada vez con más frecuencia pienso que estoy muy bien sola. Así que ligaros al rubio vosotras, yo me parece que paso.

Poco se imaginaba Judas la conversación que estaba teniendo lugar en la oficina que acababa de abandonar. Él, que prácticamente carecía de autoestima, jamás pensó que ninguna mujer pudiera encontrarle atractivo, ni siquiera Fátima, la única que le había querido. No dudó de su amor, eso desde luego, pero estaba seguro de que lo amaba por sus cualidades y no por su físico, por su inteligencia y no por su carisma, del cual carecía. Por eso seguro que le hubiera resultado toda una sorpresa el saber que las señoritas que dejaba atrás lo consideraban un hombre guapo y atractivo, bueno, todas menos la que a él más le interesaba.

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