sábado, 12 de noviembre de 2011

UNA TARDE DE INVIERNO

UNA TARDE DE INVIERNO

Se coló una noche en mi casa y en mi vida a través de la pantalla fría e impersonal de un ordenador, sin pedirme permiso, sin tenerme en cuenta, y yo no supe o tal vez no quise decirle que no. No recuerdo bien cuál fue su primera frase, tal vez un “hola” rutinario, pronunciado, o más bien escrito, sin demasiado convencimiento. Tampoco recuerdo qué me empujó a contestarle, pero lo hice, y aquel diálogo iniciado de casualidad me fue llevando poco a poco, casi sin darme cuenta, hacia un mundo de color que se me antojó de cuento, un mundo que nada tenía que ver con la realidad gris que teñía mi existencia.
Vi en él al amigo con el que podía hablar sin esconder las palabras, a la persona con la que compartía facetas de mi misma que nadie entendía demasiado, por las que nadie mostraba mucho interés y por primera vez no me sentí sola ¡Qué contrasentido! De pronto deseé estar sola para estar con él, sentí urgente necesidad de esconderme del mundo para poder teclear, pulsar las letras precisas que me permitieran establecer el puente de comunicación con aquel hombre casi anónimo del que no sabía nada pero del que parecía saber todo.
Un día le pedí que me recordara y él me contestó que ya lo hacía, tal vez demasiado y creo que fue en ese preciso instante cuando comencé a sentir, que nadie me pregunte qué porque no sabría contestarle. No era amor, pero tampoco era sólo deseo, me atrevería a decir que ni siquiera era deseo, era algo diferente, algo sin nombre, algo que me empujaba a él sin remedio y me oprimía el pecho cuando no estaba cerca....de la pantalla de mi ordenador. Y mi cabeza comenzó a parecerse a una madeja de lana cuyos hilos se liaban y hacían nudos cuanto más se tiraba de ellos, y mi corazón comenzó a desmadejarse, y mi vida a girar sobre aquellos ojos azules que me miraban lánguidos, cansados, desde aquella foto regalada.
Quisimos conocernos y con la decisión de hacerlo comenzó a flotar entre los dos la posibilidad de un beso, que se convirtió en deseo de un beso, que se transformó en seguridad de un beso, que hizo que mis sueños se volvieran beso. Mi imaginación echó a volar y dibujó sus labios sobre los míos de mil formas diferentes, en mil situaciones distintas, que alguna había de ser, por fuerza, la verdadera.
Cuándo quisimos más no lo sé, pero lo quisimos; tal vez surgiera de cualquier conversación trivial, tal vez estuviera escondido en algún rincón de nosotros mismos, pero el deseo surgió y aquel simple beso quedó relegado a un rincón sin importancia para dejar paso a sueños de caricias, de manos de uno recorriendo el cuerpo del otro en una melodía infinita, de ojos cerrados esperando los labios cargados de pasión.....y quise que él fuera río hecho para desembocar en el mar de mi persona.
Una tarde de invierno le vi por fin. Cuando le tuve frente a mi deseé alargar mi brazo y tocar su cara, palpar su piel desconocida, quise empaparme de su sonrisa y envolverme en el azul de sus ojos, dejarme rodear por sus brazos.....y en una habitación cualquiera de cualquier hotel de carretera pude por fin liberarme de ataduras y dejar escapar sueños atrapados en el interior de mi alma. Me entregué al baile de amor que me ofreció y juntos cabalgamos a lomos de un caballo desbocado que nos acercó a un cielo prohibido, navegamos por encima de las nubes y llenamos el aire de colores desconocidos, de suspiros escondidos, de gemidos, de delirio, de lujuria....... Y cuando todo terminó y hubimos de volver a la realidad de nuestras vidas lo hice feliz, feliz de haberle tenido para mi durante unas horas, de haber hecho caso a mi corazón y haber permitido que mi mundo se derrumbase a sus pies, aquella tarde de invierno y todas las tardes del mundo.





2 comentarios:

  1. Precioso.
    Este relato está cargado de sentimiento y pasión, escrito con léxico envidiable dandole cierto tono poético que te emvuelve de una forma bella y atrayente.
    Te ha quedado muy elegante.
    Besos!

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  2. Perdón por las faltas, pero estoy escribiendo con solo una mano y necesito mirar el teclado para eso y no he revisado lo que escribía. La otra mano la tengo vendada por un esguince...
    Lo siento...

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