viernes, 11 de noviembre de 2011

CUANDO LATE UN SÓLO CORAZÓN

CUANDO LATE UN SOLO CORAZON
Esperaban nerviosas en la sala fría e impersonal de la clínica los resultados de las pruebas. Ambas sabían que fuera cual fuera la noticia que les trasmitiera aquel trozo de papel, nada iba a cambiar entre ellas. Se decían una y otra vez que el cariño que desde hacía tanto tiempo las unía no podía mermar un ápice por una simple nimiedad. Mas en el fondo de su alma deseaban que alguien les confirmara que un día, tiempo atrás, habían compartido un sólo corazón.
*
Paula acababa de cumplir catorce años en los albores de un verano que se dibujaba largo y ocioso. Preparaba con ansia y con ilusión aquel viaje prometido que la llevaría a conocer el mar, a vivir jornadas nuevas vestidas de sol, de arena, de luz mediterránea y del olor de los naranjos, de pueblos blancos y de gritos infantiles lanzados al aire en las cálidas noches de estío.
El tedioso viaje en tren se convirtió en preludio de la diversión que se avecinaba, en cómplice de aquella excitación adolescente que pugnaba por reventar con cada novedad, con cada idea, a cada paso, los mismo pasos que la acercaban con premura, pero a la vez de forma callada y queda, hacia un futuro nunca imaginado, hacia un amor nunca conocido, hacia una complicidad jamás inventada.
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Echada en la cama de su pequeña habitación, Inés miraba fijamente la mancha grisácea que la humedad había dibujado en el techo. Hacía calor y pequeñas gotas de sudor perlaban su frente, como si quisieran coronar aquella cabecita de joven enamorada por primera vez. Pensaba en Carlos, en el beso que el muchacho había depositado la otra noche en sus labios vírgenes y soñaba despierta imaginando encuentros deseados e irreales que sólo existirían en su alma de niña. El verano se presentaba feliz, lleno de emociones escondidas en cualquier recoveco, repleto ilusiones que harían agitarse su corazón como un caballo desbocado. Se levantó de la cama de un salto y sin más contemplaciones tomó su toalla y salió de casa rumbo a la playa. Caminaba con la compañía de Carlos en su cabeza, sin saber que sus pasos la llevaban hacia un futuro nunca imaginado, hacia un amor nunca conocido, hacia una complicidad jamás inventada.
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La espuma del mar las unió en una pirueta invisible. Paula venía de lejos e Inés la esperaba sin saberlo. Juntas fueron tejiendo con hilo fino y suave pero firme, un lazo que las rodeaba, que las unía en una fiesta de amistad que se prometía eterna. Fueron días de confidencias, de secretos, de momentos felices, de instantes amargos, pero juntas, siempre juntas, como si una fuera el metal y otra el imán que se unen sin remedio.
Y el llanto de la despedida, la desesperación de la incertidumbre por si no se volvían a encontrar, y las cartas que iban y venían entre las hojas rojas del otoño, entre las gotas de lluvia, a través del viento gélido del invierno, montadas en los pétalos de las flores que la primera hacía brotar....cartas, palabras, anhelos inconfesables, deseos escondidos, historias....historias que poco a poco se fueron fundiendo en una sola cuando se dieron cuenta de que tantas coincidencias en su corta vida no podían ser fruto de la casualidad. El mismo lugar de nacimiento, el nombre de aquella vieja abuela que se desdibujada como la niebla en su memoria, las adopciones, aquella pequeña manchita color café detrás de la oreja. “¿Y si somos hermanas?” dijo Paula, “¿y si lo somos?” repuso Inés.
La ilusión de aquella idea descabellada creció con ellas, anidando en sus corazones juveniles y se hizo cada vez más grande, más fuerte, más posible, menos absurda....
Al principio todo parecía estar en su contra. Sus padres no compartían sus ansias de conocer la verdad, de escarbar en un pasado que, según ellos, debería permanecer enterrado para siempre. No se daban cuenta de que las muchachas no deseaban sustituir el amor que por ellos sentían, no se trataba de eso, ellas sólo querían saber si la sensación que las envolvía desde siempre, aquel algo que les decía que no sólo las unía la amistad, era real.
El registro civil tampoco aportó nada nuevo. Nacidas en la misma ciudad, sin datos de padre ni madre, tan solo una firma idéntica de un declarante cuyo nombre no figuraba por ningún lado. Sólo quedaba una opción y ambas tenían claro que deseaban jugar la última carta.
*
La señorita de administración pronunció su nombre y ellas se acercaron al mostrador de recepción. Inés tomó el sobre que la muchacha le tendía y cuando lo tuvo entre sus manos suspiró.
-No lo abras todavía – le dijo Inés – Abrámoslo allí.
Enfilaron el camino de la playa y cuando llegaron se sentaron a la orilla del mar, del mar que un día las unió, del mar que deseaban fuera único testigo de la revelación de un secreto largo tiempo escondido.
-Paula, sólo quiero que sepas que diga lo que diga el papel que está aquí dentro, nada va a cambiar, para mi seguirás siendo mi hermana.
-Eso no hace falta ni que lo digas, anda....ábrelo.
Los dedos temblorosos de Inés rasgaron con torpeza el sobre ocre, bajo la mirada emocionada de Paula. Con lentitud premeditada la chica fue sacando el papel que contenía la verdad, la única verdad posible: que Paula e Inés, eran hermanas.
-Lo sabía – dijo Paula – sabía que un día habíamos compartido un sólo corazón, el de esa madre que nunca conocimos.
-Sólo por eso, por habernos dado la oportunidad de estar aquí, juntas, debemos de estarle agradecidas. Te quiero, Paula.
-Y yo a ti, peque.
Se abrazaron sellando aquel amor que se decían. El mar, cómplice de su secreto, feliz de poder compartirlo con ambas, acarició sus pies con su manto de espuma banca. Una única caricia para ambas, como aquel corazón que un día habían escuchado latir en el seno de una mujer que se dibujaba irreal en sus almas felices.


4 comentarios:

  1. Uy...
    Que cambio... pensaba que era otro blog... Está muy bien, pero la descripción no se ve, deberías cambiarle el color.
    El relato aun no lo he leído, pero pronto lo haré.
    Besos!

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  2. La verdad es que no me llegó...
    Bueno, no importa jeje. Lo qu ete quería decir, yo también estoy experimentando con estas cosas, aunque como llevo por aquí unos 9 meses pues ya estoy algo más enterada. Si quieres cambiar el color tienes que ir a diseño>>diseñador de plantillas>>avanzado>>descripción del blog. Y ya allí escoges un color que destaque más en ese fondo, que por cierto me encanta.
    Muchos besos y gracias por pasarte por mi blog.

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  3. No hay nada que agradecer. Y me alegro que te guste Andalucía y su gente.
    A mí, personalmente, aunque amo mi tierra me gustaría ir al norte. Me encanta viajar, pero no puedo hacerlo, al menos no tanto como me gustaría. Por los estudios y mi padres.
    Ese es uno de los motivos por los que más me gusta leer, porque descubro nuevos mundos y culturas.
    Besos

    PD: Tengo dos cuentas de google y veo que he contestado con la otra (por eso dos imágenes diferentes), pero soy yo. jeje

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  4. Por fin he encontrado un hueco para volver a leerte. Disfruto mucho haciendolo y quiero que lo sepas.
    Por cierto, un gran relato con final feliz, mi preferido jeje.
    Besos.

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