jueves, 4 de junio de 2015

LA TRANSFORMACIÓN DE DESIDERIO


 

Desiderio era un pez muy hermoso. Vivía en un acuario y no era consciente de la admiración que sus bellos colores despertaban en la gente que arrimaba su nariz al cristal. Como los peces no tienen memoria, o tienen muy poca, él se despertaba todas las mañanas pensando que no le gustaba la mierda de vida que llevaba sin acordarse de que ya lo había pensado el día anterior.

Un día lo metieron en una bolsa de plástico y posteriormente en una pequeña pecera. Seguía sin gustarle aquella vida. Era igual a la de antes, solo que ahora la nariz que se asomaba al cristal de su pecera, era siempre la misma, la de una niña pequeña llamada Raquel, de grandes ojos azules, tan bonitos como los colores de Desiderio. Pero él nunca los recordaba y seguía despertando todas las mañanas despreciando su insulsa existencia.

Un día la pecera fue a parar a una vieja estantería rodeada de aves y suciedad. Y es que la pequeña Raquel se había cansado de él y el papá, que tenía una granja avícola, se lo llevó consigo. Fue entonces cuando el pez se fijó en aquellos hermosos faisanes, con sus vistosas plumas, que se habían convertido en compañeros de viaje, y todas las mañanas comenzó a despertarse pensando que le gustaría ser como ellos.

Nadie sabe cómo ocurrió, tal vez fueran los restos de comida que a veces caían dentro de la pecera, o tal vez sus fuertes deseos de convertirse en faisán, el caso es que un día le apareció el pico, otro día las patas, otro día las plumas... hasta que definitivamente saltó de la pecera y se mezcló con sus admirados faisanes. Cuando el papá de Raquel vio la pecera vacía, pensó que por fin se había librado del maldito pez. Luego escogió el mejor de sus faisanes para la cena de Navidad, y por supuesto nadie se dio cuenta de que el fabuloso manjar era el pobre Desiderio, ni siquiera él mismo, como no tenía memoria...

1 comentario:

  1. Buenísimo!!!!! pero qué precioso relato, a pesar del triste final de Desiderio. Si es que nunca mejor dicha la frase: "Cuidado con lo que deseas". A este pececito sí que su nombre lo marcó. Enhorabuena, Gloria, un saludo.

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