jueves, 24 de noviembre de 2016

DESEO



Deseaba conocerlo, que mis ojos se perdieran en sus ojos mientras me esperaba en el andén y mis piernas temblorosas me llevaran a su encuentro.

Deseaba abrazarlo y perderme entre sus brazos, deseaba apoyar mi cabeza sobre su pecho, con mi corazón desbocado dentro del mío por la emoción contenida.

Deseaba aspirar el aroma de su cuerpo, el perfume que emanaba de su cuello palpitante, deseaba empaparme de su esencia.

Deseaba que tomara mi mano entre la suya, para salir juntos de la estación rumbo a una ciudad nueva, deseaba perderme a su lado entre la gente sin que nos importara la gente, jugar al escondite entre la gente sin que nos molestara la gente, porque no existiría nadie más que nosotros.

Deseaba correr juntos por la calles, bajo una lluvia fina y persistente que nos empapara los cabellos, las ropas, y penetrara en una piel ávida de sensaciones por llegar.

Deseaba compartir mesa y mantel a su lado, hablando de mis cosas diferentes, descubriéndonos en las palabras y las confidencias.

Deseaba encerrarme a su lado en un cuarto anónimo, para despojarnos sin pudor de las molestas ropas, para unir nuestras desnudeces en un ansiado baile de amor, deseaba que me amara despacio, lento, tierno, sublime; deseaba que fuera primero mariposa y después lobo, primero aire y después fuego.

Todo eso deseaba cuando él me deseaba, me amaba, me añoraba sin tenerme, me echaba de menos sin tocarme.

Pero un día se fue sin decir nada, se esfumó y con él se llevó todo. Y ahora solo me queda morir de nostalgia por esos deseos, por momentos soñados que no viviré jamás.

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