lunes, 11 de abril de 2016

UN CUCHITRIL DE GANGA


 

Hay que ver qué difícil es encontrar piso en una ciudad estudiantil, sobre todo llegado septiembre. Los estudiantes lo copan todo y no hay manera de hacerse con algo decente. Hace unos días leí en algún lado que en una ciudad inglesa habían ofrecido a un estudiante una cama en el hueco de una escalera. Menuda desfachatez, pensé yo. Ni por asomo se me ocurrió que podría pasarme algo parecido. Pues anteayer, sin ir más lejos, harta de patear la ciudad sin resultados, me fijé en un cartel pegado a una ventana: “Se alquila piso muy barato” y para allí me fui. ¡Qué desastre! Debía de medir quince metros cuadrados y tenía una sola apertura en la pared por la que si metías la mano tocabas el muro que separaba de la finca contigua. No tenía luz natural y una sola estancia hacía de dormitorio, baño y cocina. Para meterse en la cama había que pasar por encima de la bombona de gas haciendo filigranas, el water estaba detrás de una cortinilla asquerosa, no tenía cisterna, había que echar cubos de agua, tampoco había ducha, en una esquina había un agujero en el suelo encima del cual colgaba una manguera cuya procedencia era una incógnita y que se suponía que hacía las veces de tal; tampoco había armario, debajo de la cama se guardaban unas cuantas cajas de fruta que desprendían un sospechoso olor a podrido, y a las cuales se les había asignado la honrosa misión de hacer de guardarropa. Se suponía que era muy barato, pero el dueño me pidió por aquel cuchitril quinientos euros sin mostrar un atisbo de vergüenza en su rostro. Yo me reí por no llorar y haciendo gala de una mala educación sin precedentes en alguien tan comedida como yo le contesté:

-¿Y cómo los quiere, en negro, en blanco, se los ingreso en una cuenta del banco o me señala usted algún estercolero semejante a este pisito y se los camuflo allí, entre la mierda?

No le di oportunidad de réplica, salí de allí pitando y pensé en denunciarle ante alguien, sanidad o alguien, qué sé yo, pero finalmente desistí, pensando que nadie me creería. Pero bien pensado, después de leer lo del muchacho inglés, igual la prensa escrita me hace algo de caso. Por si las moscas estense atentos al periódico de mañana.

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