Desiderio era un
pez muy hermoso. Vivía en un acuario y no era consciente de
la admiración que sus bellos colores despertaban en la gente que
arrimaba su nariz al cristal. Como los peces no tienen memoria, o
tienen muy poca, él se despertaba todas las mañanas pensando que no
le gustaba la mierda de vida que llevaba sin acordarse de que ya lo
había pensado el día anterior.
Un día lo metieron
en una bolsa de plástico y posteriormente en una pequeña pecera.
Seguía sin gustarle aquella vida. Era igual a la de antes, solo que
ahora la nariz que se asomaba al cristal de su pecera, era siempre la
misma, la de una niña pequeña llamada Raquel, de grandes ojos
azules, tan bonitos como los colores de Desiderio. Pero él nunca
los recordaba y seguía despertando todas las mañanas despreciando
su insulsa existencia.
Un día la pecera
fue a parar a una vieja estantería rodeada de aves y suciedad. Y es
que la pequeña Raquel se había cansado de él y el papá, que tenía
una granja avícola, se lo llevó consigo. Fue entonces cuando el pez
se fijó en aquellos hermosos faisanes, con sus vistosas plumas,
que se habían convertido en compañeros de viaje, y todas las
mañanas comenzó a despertarse pensando que le gustaría ser como
ellos.
Nadie sabe cómo
ocurrió, tal vez fueran los restos de comida que a veces caían
dentro de la pecera, o tal vez sus fuertes deseos de convertirse en
faisán, el caso es que un día le apareció el pico, otro día las
patas, otro día las plumas... hasta que definitivamente saltó de la
pecera y se mezcló con sus admirados faisanes. Cuando el papá de
Raquel vio la pecera vacía, pensó que por fin se había librado del
maldito pez. Luego escogió el mejor de sus faisanes para la cena de
Navidad, y por supuesto nadie se dio cuenta de que el fabuloso manjar
era el pobre Desiderio, ni siquiera él mismo, como no tenía
memoria...
Buenísimo!!!!! pero qué precioso relato, a pesar del triste final de Desiderio. Si es que nunca mejor dicha la frase: "Cuidado con lo que deseas". A este pececito sí que su nombre lo marcó. Enhorabuena, Gloria, un saludo.
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