Hola amigos, hoy quiero compartir con vosotros un trocito de mi novela Te esperaba desde siempre, que está en plena promoción. Os dejo igualmente el enlace de Amazón por si os apetece leerla completa. Dentro de poco también la tendremos en papel. Os va a gustar seguro. Bueno, ahí va el trocito, escogido al azar.
https://www.amazon.es/esperaba-desde-siempre-Gloria-Losada-ebook/dp/B01LLQYCUU/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1475699795&sr=1-1&keywords=gloria+losada
El lunes por la mañana visitaron la librería Lello y almorzaron en
casa. El tiempo volvía a acompañar, pero se sentían un poco
cansados, así que entrada la tarde Lucía decidió salir a hacer
unas compras para su abuela y Pedro le prometió que cuando regresara
tendría preparada la cena y sugirió quedarse después en casa
viendo una película en la tele.
-Estará en
portugués – dijo Lucía –, no entenderemos mucho, pero bueno, no
es un mal plan.
Las
compras le ocuparon todo el resto de la tarde. Cuando regresó a la
casa eran casi las ocho y media y ya había anochecido. Tan pronto
abrió la puerta escuchó los sonidos típicos de quién está
trajinando en la cocina. Miró por la rendija de la puerta
entreabierta y vio a Pedro en plena tarea. No le dijo nada. Subió
arriba despacio y vio la mesita baja de la sala puesta para la
ocasión, dos copas, una botella de vino, algunos entremeses, patés
y la tortilla rellena que el cocinero traía en una bandejita cuando
en aquel preciso instante apareció en el salón.
-¡Lucía! ¡Qué
susto me has dado! No te escuché llegar. No esperaba encontrarte
aquí.
Ella sonrió y
soltó las bolsas que todavía tenía entre las manos.
-Te vi tan
enfrascado en tu tarea de cocinero que no quise molestar. Tengo un
hambre canina y al ver todo esto... aun más. Pero si no te importa
me gustaría darme una ducha antes.
-A mí también. Me
da la impresión de que huelo a comida por todas las partes de mi
cuerpo. Podemos hacerlo uno en cada baño y después cenamos.
Así lo hicieron.
Después de la ducha Lucía se puso una ligera camiseta que le
llegaba a la mitad del muslo y que utilizaba para dormir. Era como
más cómoda se sentía. Cuando salió del baño ya Pedro la
esperaba, vestido también con una simple camiseta azul marino y un
pantalón corto del mismo color.
Se sentaron sobre
la alfombra blanca del salón y en plan informal degustaron la
apetitosa cena. Mientras lo hacían y charlaban, ambos sentían que
la complicidad y la confianza iban creciendo a pasos agigantados. Se
sentían tan bien cuando estaban juntos... Soñaban tanto el uno con
el otro... Imaginaban tantos momentos compartidos.... Y recordaban
tantas veces aquel beso... Mas desde entonces, desde aquel beso en el
banco del paseo, ambos guardaban sus sentimientos para sí de manera
absurda y aquella noche Lucía, empujada por la ligera embriaguez
que le producía el vino, se decidió a dar un paso adelante. Amaba a
Pedro, aquella noche lo amaba más que nunca, y no iba a dejarlo
escapar, aunque estuviera con otra mujer. Puede que mañana, cuando
su mente estuviera despejada y libre de los efluvios del alcohol,
pensara otra cosa y se arrepintiera del paso dado, pero no le
importaba. En aquellos precisos instantes no importaba nada salvo el
hombre que estaba a su lado.
-Realmente lo
estamos pasando muy bien ¿no crees? - dijo en un intento no sabía
bien de qué – Cuando veníamos hacia aquí no pensé que
resultaría así.
-Así ¿cómo? -
preguntó Pedro con un toque de picardía en la voz que a Lucía no
le pasó desapercibido.
-Pues.... así....
bien. Yo creo que... que estamos disfrutando del tiempo que pasamos
juntos ¿no?
-Claro que sí,
Lucía – repuso él con su voz más envolvente –. Yo me siento
tan a gusto que... que no quiero que venga nadie más a molestarnos.
Una extraña
excitación recorrió el cuerpo de Lucía al escuchar aquellas
palabras. Miró fijamente a los ojos a Pedro y vio en ellos deseo,
tal vez amor... sí, quizá también amor. A lo mejor el mismo que
ella sentía.
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