¿Qué harías si sospechas que el novio de tu mejor amiga tiene un lío con otra, que además también es una amiga común? Menuda situación ¿verdad? Pues eso le pasa a Jorge, amigo de Natalia, cuando sospecha que entre Lucía y Pedro hay algo más que una buena amistad. Y esto es lo que hace:
Aquella misma noche el centro de salud estaba desierto, como casi todos los fines de semana, así que Natalia y Jorge charlaban tranquilamente en la consulta de él, tomando unos cafés recién sacados de la máquina que había en el vestíbulo. Natalia comentaba que desde hacía una temporada nada le salía bien, la operación de su madre, las vacaciones de semana santa frustradas y para colmo de males Pedro, al que algo ocurría pero no conseguía dilucidar el qué. Cuando Jorge escuchó a su amiga quejarse de su novio se puso alerta y quiso averiguar más.
-Dices que le ocurre algo pero.... ¿en qué sentido? ¿Qué cosas
hace o no hace para que saques semejante conclusión?
-Más
bien que no hace. Nada, no hace nada conmigo. Antes venía a mi rabo
a todas partes, ahora no le apetece hacer nada, no quiere acompañarme
ni al gimnasio, ni a tomar algo los fines de semana.... sólo acepta
sin rechistar la cena de los sábados. Por no hacer ni siquiera
hacemos el amor con la frecuencia de antes. Está raro. Tanto que a
veces creo que esto se acaba, que lo pierdo.
-Y....
¿desde cuándo lo notas así?
-Desde
hace bastante tiempo. Quizá su desidia se acentuó desde las
vacaciones en Oporto. Fue como si llegara de la ciudad desinflado.
Jorge
supo entonces que sus sospechas eran ciertas. Y de nuevo le surgió
la duda de si debía poner al corriente a Natalia de las mismas o
dejarlo pasar.
-Lleváis muchos años juntos y yo siempre vi en vosotros la pareja
perfecta. A lo mejor sólo es una crisis pasajera – dijo.
-No sé
– repuso Natalia después de dar el último sorbo a su café,
mientras tiraba el vaso plástico a la papelera –. Si no fuera él
como es, incluso llegaría a pensar que tiene a otra.
-A lo
mejor no es una idea tan descabellada – dijo Jorge sin pensarlo
demasiado.
Natalia
le miró con expresión interrogante en sus ojos y durante unos
segundos intento leer el rostro de Jorge en busca de alguna
respuesta, pero no la halló.
-¿Por
qué dices eso? - le preguntó finalmente - ¿Sabes algo que yo
ignoro?
Él se
revolvió inquieto en su asiento. Todavía no tenía muy claro no
estar metiendo la pata, pero se iba a arriesgar.
-Lo
que te voy a decir no lo puedo asegurar cien por cien. Yo nunca les
he visto en actitud amorosa, pero tengo la sospecha de que Pedro y
Lucía se traen algo entre manos.
-¿Qué quieres decir?
-Que
tienen un lío, Natalia.
La
muchacha comenzó a repasar momentos guardados en su cerebro pero en
ninguno pudo ver algo especial entre su novio y Lucía. Sin embargo
conocía bien a Jorge y sabía que no lanzaría un bulo sin tener un
motivo real para ello.
-Pero.... no puede ser. ¿Qué te lleva a pensar eso?
Jorge
le contó el episodio vivido en Oporto, cuando se había despertado
en medio de la noche y Pedro no estaba en la cama y al acercarse a la
puerta de la habitación de Lucía creyó escuchar elocuentes sonidos
en su interior.
-Es
cierto que aquí jamás los he visto en actitud amorosa. En realidad
allí tampoco, salvo lo que te acabo de contar.
Natalia se quedó pensativa mirando al frente. Ninguna mosquita
muerta le iba a quitar al hombre que amaba.
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