La historia de Javi y Nuria la he contado en la novela Una historia sin final, disponible en Amazón, sólo en digital. Os dejo un párrafo de un amor que no llegó a cuajar pero que con el tiempo....
Javier me hizo el
amor lentamente, hablándome al oído, diciéndome que me deseaba,
que me quería y que llevaba mucho tiempo soñando con aquel
instante; deteniéndose, deleitándose en cada pliegue de mi piel,
saboreando mis fluidos y haciéndome enloquecer en un goce jamás
sentido. Bastaba el simple de roce de su piel con la mía para
hacerme sentir y cuando entraba en mí mi vello se erizaba y mi
cuerpo se arqueaba para lograr la compenetración perfecta. No sé
cuantas veces me hizo el amor aquella noche, sólo sé que consiguió
grabarla a fuego en mi mente y en mi corazón para siempre.
Al día siguiente
nos despertamos muy tarde, casi al mediodía, cuando el sol ya
iluminaba la habitación reflejándose en la pared a través de los
agujeros de las persianas.
-Buenos días, Nuria
¿Qué tal has dormido?
Me
revolví entre las sábanas y me abracé a su torso.
-Muy bien cariño, a
tu lado mejor que nunca.
El
soltó una pequeña risa ahogada.
-Mentirosa, seguro
que duermes mejor tú solita con toda la cama para ti.
-Que va, esta cama
es bastante grande, así que desde hoy la casa tendrá una habitación
libre porque me pienso mudar a esta.
Se
separó ligeramente de mí y me miró muy serio.
-¿A
esta cama? ¿Me vas a enviar a mi a tu cuarto?
Me
senté y le miré. Quería leer en su rostro que lo que me decía no
era más que una broma, pero seguía serio.
-Nuria... creo que
te estás confundiendo.
-¿Confundiendo? No
te entiendo.
-Nuria lo que ha
ocurrido no tiene ningún significado. Estábamos un poco bebidos y
nos dejamos llevar....
-Pero... tú me
dijiste que... que me querías...
-Lo siento, lo
siento de veras. Siento que hayas malinterpretado las cosas.
No
podía creer lo que estaba escuchando. Un ligero mareo desestabilizó
mi mente y no quise escuchar más ni rebajarme a rogar un amor que, a
la vista estaba, Javier no sentía por mi.
-Ya, déjalo,
perdona – le dije mientras me levantaba de la cama – soy una
perfecta estúpida, no sé cómo pude pensar que hacer el amor una
noche pudiera implicar algo.
Me
sentí humillada y ultrajada. Me encerré en mi habitación sin saber
muy bien qué hacer. De pronto me di cuenta de mi ingenuidad. Había
pensado que aquella preciosa noche era el comienzo de un amor
escondido que ninguno de los dos se había atrevido a destapar y me
había equivocado totalmente. Javi no era quién parecía ser. No era
un chico cariñoso y honesto. Era un caradura que desde el principio
se había marcado un objetivo: acostarse conmigo. Casi lo había
conseguido la tarde de la sesión de fotos. Y había sido aquella
noche, con la mente un poco dispersa por el alcohol, cuando lo había
conseguido. Y yo había sido la perfecta imbécil que se había
dejado engañar.
Me pasé encerrada
en mi cuarto todo el día y sólo cuando escuché cerrarse la puerta
de la calle, me aventuré a salir. Me duché, metí algo de ropa en
una bolsa y me senté en el sofá a esperarle. Cuando por fin llegó
y me vio sentada delante de la televisión, me habló como si nada
hubiera pasado.
-¿Ya se te pasó el
enfado? Nuria siento mucho que hayas interpretado mal todo lo que
ocurrió. Pero yo tengo novia y la quiero. Tú y yo sólo somos
buenos amigos que....debido a unas determinadas circunstancias han
tenido un encuentro sexual sin más significado que...
-No sigas hablando,
porque no vas a solucionar lo que ya no tiene solución y escúchame
a mí porque yo también tengo algo que decir en todo esto.- intenté
aparentar una calma que no sentía - Te has aprovechado vilmente de
mi...
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