Juan y Nacho
esperaban cómodamente sentados en un banco del parque a que llegara
por fin la hora de tomar el autobús que los había de llevar de
vuelta a casa después de la dura jornada de instituto. Charlaban
cansadamente sobre el difícil trabajo de literatura que tenían que
entregar en unos días y sobre lo buena que estaba la nueva profesora
de inglés. Eran casi las seis de la tarde y los hermosos jardines
eran un hervidero de gente deseosa de tomar los primeros rayos de
sol del verano. Una chica rubia, de cuerpo menudo y cara angelical,
apareció como de la nada cargada con una enorme mochila, un maletín
negro y la funda de lo que parecía un instrumento musical. Parecía
cansada. Se sentó en un banco y suspiró. Posó los objetos que
traía en sus manos, se sacó la mochila de la espalda y se entretuvo
un rato revolviendo en su interior. Levantó la vista pensativa
durante unos segundos, al cabo de los cuales cargó de nuevo la
mochila a su espalda, tomó en sus manos el chelo que casi era más
grande que ella y se fue, olvidándose el maletín negro....¿o no se
lo había olvidado?
Juan dio un codazo a Nacho.
-¿Has
visto eso, amigo?
-¿El
qué?
-La
rubia esa que se sentó en el banco de en frente.
-Ya,
estaba buena ¿eh?
-No
jolín, no me refiero a si estaba buena o no. ¿No has visto lo que
se ha dejado ahí, junto al banco?
Nacho
miró hacia donde su amigo le indicaba y vio el maletín negro.
-Vaya, se le
ha olvidado el maletín. Es mejor que lo llevemos a la oficina del
guarda, seguro que viene a por él.
-¡Ni hablar!
¿Estás loco? ¿Tú cómo sabes que se lo ha olvidado? A lo mejor lo
dejó ahí adrede. Dios sabe lo qué contiene.
-Bueno y a
nosotros qué nos importa lo que contenga. Lo devolvemos y punto.
-Nacho, a
veces pareces tonto. ¿No te das cuenta de que puede ser un maletín
explosivo? A lo mejor forma parte de un atentado. Debemos actuar con
suma cautela.
Nacho miró a
su amigo y sonrió.
-Juan,
decididamente, estás como una cabra. Creo que deberías de ver
menos la televisión.
-Pero vamos a
ver tío, ¿no te fijaste que llevaba también una funda de un chelo?
Es el escondite perfecto para un arma.
-Por
favor....
En esa
discusión se encontraban cuando un hombre bajito y barrigudo, medio
calvo y con cara de mala leche, se acercó a ellos.
-Eh,
chicos - llamó su atención - ¿es vuestro este maletín negro?
-No, no
lo es - respondió Juan levantándose en seguida -una mujer rubia
estuvo sentada en ese banco y lo ha dejado ahí.
-Se le
habrá olvidado.
-Yo
creo más bien que lo ha dejado a propósito - siguió diciendo el
chico sumergido en su propia fantasía - debemos andar con ojo. Puede
ser cualquier cosa.
El
viejo lo miró sorprendido.
-Anda,
pues tienes razón. No os mováis de aquí. Voy a buscar a algún
responsable al que podáis contar lo que habéis visto.
El hombre
marchó murmurando a saber qué.
-Ya la has
liado, Juan -regañó Nacho.
-De liarla
nada, estamos haciendo lo correcto.
Esperaron en
silencio durante unos minutos, tras los que vieron acercarse a ellos
al viejo gordo con un empleado del parque, de esos que se dedican a
limpiar los jardines.
-Ese maletín
- decía el viejo - apareció ahí hace un rato, abandonado por una
muchacha rubia. Estos chicos lo vieron todo.
El empleado, vestido con un mono azul y con cara de tonto, se dirigió
a los muchachos.
- ¿Es eso
cierto? ¿Qué habéis visto?
-En realidad
nada, sólo.....
Juan no
dejó proseguir a su compañero, él era el que realmente se había
fijado en la jugada de la rubia.
-Una muchacha
rubia apareció por aquí, se sentó un rato en el banco y luego se
fue dejando el maletín. Además llevaba una mochila cargada a la
espalda y una funda de un chelo.
-En esa funda
escondía un arma, seguro - replicó el viejo.
El empleado
puso cara de preocupación
-Es posible. Tendré que
avisar a mis superiores. ¿Os fijasteis de dónde venía la muchacha?
-La verdad es que no,
señor. Pudo entrar por cualquiera de las entradas, pero yo juraría,
a juzgar por la dirección que traían sus pasos, que hizo su entrada
por la de arriba.
El hombre se
retiró sin decir nada, caminando muy aprisa. Alrededor del maletín
se había arremolinado un pequeño grupo de curiosos.
-¡No se
acerquen! -ordenó el viejo - es probable que el maletín sea
peligroso.
-¿Peligroso?
- preguntó una mujer con la cara muy pintada y vestida con abrigo de
pieles - ¿No será un atentado? Seguro que es un atentado y no nos
quieren decir nada.
El
grupo de gente comenzó a murmurar. A pesar del supuesto peligro el
maletín, era tal su curiosidad que a ninguno se le ocurrió escapar
de allí. Apareció entonces el guarda del parque. Venía muy
excitado y hacia aspavientos con los brazos.
-¡Apártense,
apártense! ¿No se dan ustedes cuenta del peligro que pueden estar
corriendo? A ver ¿qué ha pasado aquí?
Juan
contó por enésima vez lo que había visto. Esta vez lo adornó un
poco. La rubia tenía cara siniestra, miraba constantemente hacia los
lados, como si temiese que la vigilaran y todo lo hizo muy rápido.
Su amigo lo miraba sin dar crédito a lo que estaba escuchando.
-¿Podrías
reconocerla si la vieras? -le preguntó el guarda.
-Por supuesto
que sí.
-Venid
conmigo.
Llevó a los
chicos a su oficina y les enseñó la foto de una peligrosa
terrorista.
-¿Puede ser
esta?
Juan la miró,
se rascó la barbilla pensativo y finalmente dio su opinión.
-No lo puedo
afirmar con rotundidad, pero juraría que es ella con un noventa por
cierto de posibilidades de acertar.
-¿Y tú que
dices muchacho? - preguntó de nuevo el guarda, esta vez a Nacho.
El chico miró
bien a foto y la conclusión a la que llegó fue que estaba
seguro al cien por cien de que aquella no era la chica que buscaban,
pero se abstuvo de decir nada.
-Yo es que en
realidad...no pude apreciar con claridad sus facciones.
-Bueno, si tu
compañero dice que es esta yo debo creerle. Estamos ante un problema
muy grave. Voy a llamar a la policía.
Así lo hizo
de inmediato.
-Oiga
¿policía? Le llamo del parque Central, soy el guarda. Verán, ejem,
es que hemos detectado un maletín al lado de uno de los bancos de la
zona norte que puede ser peligroso.....Si,si, completamente
abandonado........Un muchacho se fijó en que una mujer lo dejaba
allí, abandonado junto a un banco......Por supuesto, ya lo
hice y uno de los muchachos la ha identificado como ella.......Por
supuesto , lo haré.
Colgó
el teléfono con solemnidad, como si sintiera auténtico orgullo al
estar viviendo una situación extraordinaria que tenía intención de
manejar con tino.
-Estarán
aquí en unos minutos. Hay que acordonar la zona y cerrar las
entradas del recinto para que nadie pueda entrar ni salir.
A partir de
aquel momento Juan y Nacho fueron totalmente ignorados. Ya no
importaba lo que hubieran visto o no. Salieron de nuevo al exterior y
se limitaron a observar.
-¡Atención, señoras y señores! - vociferó el guarda cual
si estuviera presentando un programa de televisión - No quiero
asustarlos, pero una terrorista muy peligrosa anda suelta y ha dejado
en este parque un maletín de explosivos con la malévola intención
de provocar un atentado. Van acordonar la zona, pero ustedes, de
momento, no pueden abandonar el recinto. Tranquilidad, y tengan
paciencia. La policía llegará en breves momentos.
Ante
las voces emitidas por el hombre el gentío era cada vez mayor. Se
acercaban curiosos a saber qué estaba pasando.
-¿Qué pasa
aquí? - preguntó una muchacha con muy mala pinta.
-Una
terrorista anda suelta y un maletín está a punto de estallar- le
informó una mujer con aspecto de muy cotilla que la miró de mala
manera - ¿No será usted, verdad?
-Anda y que
te jodan - le contestó la chica alejándose del lugar.
De
repente las sirenas de la policía se dejaron oír en el exterior.
Segundos después los idílicos jardines estaban tomados por una
decena de hombres uniformados y armados hasta los dientes. Uno de
ellos se acercó al maletín. Lo tomó con cuidado entre sus manos y
lo acercó a su oreja, como si fuera una radio.
-Sin
duda alguna esto es peligroso. Tendremos que llamar a los
artificieros para que desactiven los explosivos que hay aquí dentro,
que seguro son muchos y muy destructivos. ¿Quién ha visto a la
mujer que lo dejó aquí?
Juan hizo
ademán de contestar, pero se quedó en eso, en un ademán, porque la
mujer con pinta de cotilla, que se sabía la historia sólo de oídas,
pero que se sentía absoluta protagonista de la misma, se le
adelantó.
-Es esa
terrorista tan buscada señor policía, yo misma la vi salir
corriendo por la salida sur mirando a un lado y a otro, seguro que
hasta ella misma se sabía sospechosa. Y llevaba una funda de un
violín, donde, sin duda alguna, escondía una pistola. ¡Ay, Señor,
qué cosas nos toca vivir!
-Yo también la vi -manifestó un hombre de abrigo negro y sombrero
de ala ancha- es más, yo juraría que en la mochila que cargaba a su
espalda, se dibujaba la silueta de una ametralladora.
Ante
semejantes manifestaciones, el señor policía ordenó la
presentación urgente de tres artificieros. Había que retirar el
maletín de allí cuanto antes, pues no se sabía el momento preciso
en que podía estallar. Asimismo dio la orden de buscar por los
alrededores a una mujer rubia con las características que ya eran de
sobras conocidas por todos. En cuanto llegaron los tres hombres,
equipados con trajes especiales y con unas escafandras que les
protegían de posibles detonaciones, se acercaron raudos al maletín.
Lo tomaron con sumo cuidado, lo estudiaron, le aplicaron una serie de
sofisticados aparatos y llegaron a la conclusión de que era
peligrosísimo. Era preciso actuar con la máxima urgencia, pues la
explosión se podía producir de un instante a otro. Justo cuando
iban a proceder a su apertura, otro policía se acercó a ellos.
Hablaron durante un rato. Los curiosos eran ahora bastantes más que
al principio, todos con cierto afán de protagonismo que les hacía
desafiar al peligro. Entonces ocurrió lo inesperado. La "terrible
terrorista rubia" que todos esperaban apareció acompañada del
inspector. Todas las miradas se concentraron en ella. Su cara
asustada y sus ojos asombrados hablaban por sí solos.
-Yo solo
venía....a recoger mi maletín de partituras. Tengo examen en el
conservatorio y sin ellas no me dejan presentarme.
Ante el
asombro de todos los presentes, la chica cogió su maletín, lo abrió
para enseñar su contenido, lo volvió a cerrar y se fue por donde
había llegado en medio del silencio sepulcral que se había adueñado
del lugar. Al momento los curiosos comenzaron a dispersarse.
-Desde
luego la gente, se monta unas historias.....- exclamó Juan.
-Y que
lo digas, tío.
-Y
encima ahora en casa me regañarán por llegar tarde.
-Pues
no les cuentes nada de esto, porque no te creerán.
-¿Qué
les podemos decir?
Los dos
amigos salieron del parque rumbo a la estación de autobuses,
mientras se inventaban otra historia para contar en casa, una
historia en la que, por supuesto, el protagonista no fuera ningún
maletín.
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